Desde la trastienda

trastiendaNo nos engañemos, las trastiendas no tienen buena fama. Cuando en el diccionario de la Real Academia se la define como aposento, pieza o cuarto que está detrás de la tienda, se pasan por alto aspectos que no habría que obviar, pues están en la mente de todos. Una definición más ajustada sólo precisaría de un sencillo añadido: aposento, pieza o cuarto, por lo general oscuro, desordenado y sucio, que está detrás de la tienda. Parece más adecuado  a la realidad de un país al que la escasez de una posguerra enseñó a no tirar nada, inoculando a sus súbditos el germen diogenésico de acumular lo que quizás sería más propio  del vertedero. Guardamos cualquier cosa que ni remotamente va a tener utilidad en el futuro próximo o remoto, y lo hacemos siempre que podemos y con todo tipo de cosas, en casa y en el trabajo: raídos retales caldean la sastrería, maderas sobrantes de tamaños y formas absurdos aromatizan el taller del carpintero, desvencijadas tijeras ya sin filo se amontonan en el último cajón de la barbería…, y no pasaré al ámbito doméstico por pudor a abrir armarios ajenos, pero ejemplos sobrarían. Si además se dispone de trastienda, ¿qué insensible ser puede desprenderse de algo? Es en las trastiendas donde muchas veces ocultamos de ojos inadecuados todo ese material variopinto, esos restos (léase: remanente, residuo, sobrante, rebañadura, incluso en el contexto apropiado, cadáver o despojos, y sobretodo zupia, o sea, parte más inútil y despreciable de cualquier cosa).

Pero también es cierto que en esas trastiendas, por lo general oscuras, desordenadas y sucias, se puede hallar a veces algo que en la ocasión resulte de valor. Es verdad que lo más habitual es que cuando encontramos por fin la cajita de tornillos tan oportunamente guardada, éstos siempre resulten demasiado cortos o demasiado largos, pero nadie negará la satisfacción que nos colma cuando por el contrario encontramos exactamente lo que andábamos necesitando y que está llamado a sacarnos del apuro del momento. Eso sí, antes que nada lo exhibiremos, cual trofeo en mano, ante el testigo incrédulo o descreído, normalmente la esposa.

Ojalá encuentres en este desordenado espacio, aun sin necesitarlo, algún provecho.

De los rincones del blog:

Cuadernillo de apuntes, gacetilla de fabulaciones, crónicas y sueltos.

De los libros, en general, se trata del inicio de algunos libros que aprecio especialmente, aunque en algún caso pueden ser párrafos escogidos del interior de la obra. No hay otra intención que animar a aquellos que en un momento dado no saben qué llevarse a los ojos.

En Frases, citas y sentencias, ni más ni menos que lo que cabe esperar.

Cajón de música, unos temas que he cometido (por las connotaciones delictivas del verbo y lo atroz del resultado).

En el día a día, voy dejando cavilaciones menores, un poco a caballo de la actualidad.