El ayudante del verdugo, de Mario Lacruz

Mario Lacruz
No sé por qué se preocupaba tanto Ernesto. La antesala del comedor presentaba un aspecto bueno, incluso brillante, con su iluminación indirecta reforzada por los focos del cameraman, y todos los invitados vestidos de etiqueta. Aún seguían llegando.

El hecho de que la cena fuera de etiqueta, era un poco disparatado, como tantas cosas de Pardo, pero todo el mundo había obedecido. A lo mejor Pardo tenía razón, a fin de cuentas.

Ernesto echaba ojeadas al comedor y a la gran mesa en forma de herradura todavía desierta, y daba instrucciones a todos los camareros que se cruzaban con él.