Vida y destino, de Vasili Grossman.

grosman

«La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esa conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.»

«Una máquina eléctrica puede efectuar cálculos matemáticos, memorizar acontecimientos históricos, jugar al ajedrez, traducir libros de una lengua a otra. Supera al hombre en su capacidad de solucionar con mayor rapidez problemas matemáticos; su memoria es impecable. ¿Existe un límite al progreso que crea máquinas a imagen y semejanza del hombre?
Evidentemente la respuesta es no.

Se puede imaginar la máquina de los siglos y milenios futuros. Escuchará música, sabrá apreciar la pintura, ella misma pintará cuadros, compondrá melodías, escribirá versos. ¿Hay un límite a su perfeccionamiento? ¿Podrá ser comparada a un hombre? ¿Lo sobrepasará?

La reproducción del hombre por parte de la máquina necesitará cada vez más electrónica, volumen y superficie.

El recuerdo de la infancia, las lágrimas de felicidad, la amargura de la separación, el amor a la libertad, la compasión hacia un perrito enfermo, la aprensión, la ternura maternal, la reflexión sobre la muerte, la tristeza, la amistad, la esperanza repentina, la suposición feliz, la melancolía, la alegría inmotivada, la turbación inesperada… ¡Todo, la máquina lo reproducirá todo! Sin embargo, sobre la Tierra no habrá lugar suficiente para colocar la máquina, esa máquina cuyas dimensiones siempre continuarán creciendo en medida y peso como si intentara recrear las particularidades de la mente y el alma del hombre medio, del hombre insignificante.
El fascismo aniquiló a decenas de millones de hombres.»

«El alma soporta largos sufrimientos durante años, a veces incluso décadas, hasta que, piedra sobre piedra, erige poco a poco el túmulo del ser querido y llega a aceptar la pérdida irreparable.»

«Había llegado el momento para el nacionalsocialismo de realizar sus más crueles designios contra la vida humana y la libertad. Los líderes del fascismo mienten cuando afirman que la tensión de la lucha les obliga a ser tan crueles. Al contrario, el peligro los reconduce a la cordura; la falta de confianza en sus fuerzas les obliga a moderarse.»

«El día en que el fascismo esté convencido de su triunfo definitivo, el mundo se atragantará en sangre. Cuando el fascismo no encuentre más resistencia armada, nada contendrá ya a los verdugos de los niños, las mujeres y los viejos. Porque el ser humano es el gran enemigo del fascismo.

El otoño de 1942 el gobierno del Reich adoptó una serie de leyes particularmente crueles e inhumanas.En particular, el 12 de septiembre de 1942, cuando el nacionalsocialismo estaba en el apogeo de sus éxitos militares, los judíos de Europa fueron sustraídos a la jurisdicción de los tribunales ordinarios y transferidos a la Gestapo.

Adolf Hitler y los dirigentes del partido tomaron la decisión de aniquilar a la nación judía.»

«La vida se extingue allí donde existe el empeño de borrar las diferencias y las particularidades por la vía de la violencia.»

«El día en que el fascismo esté convencido de su triunfo definitivo, el mundo se atragantará en sangre. Cuando el fascismo no encuentre más resistencia armada, nada contendrá ya a los verdugos de los niños, las mujeres y los viejos. Porque el ser humano es el gran enemigo del fascismo.»

«Sobrevivir. Sobrevivir a la muerte y sobrevivir al horror, sobrevivir al vacío, al dolor, al miedo. Aferrarse al sentimiento humano, cuando alrededor sólo queda la atrocidad, la brutalidad y la infamia. Conservar la decencia moral en medio del sufrimiento y del espanto.»

«Además de ese bien grande y amenazador, existe también la bondad cotidiana de los hombres. Es la bondad de una viejecita que lleva un mendrugo de pan a un prisionero, la bondad del soldado que da de beber de su cantimplora al enemigo herido, la bondad de los jóvenes que se apiadan de los ancianos, la bondad del campesino que oculta en el pajar a un viejo judío. Es la bondad del guardia de una prisión que, poniendo en peligro su propia libertad, entrega las cartas de prisioneros y reclusos, con cuyas ideas no congenia, a sus madres y mujeres.

Es la bondad particular de un individuo hacia otro, es una bondad sin testigos, pequeña, sin ideología. Podríamos denominarla bondad sin sentido. La bondad de los hombres al margen del bien religioso y social.»